El caso de Josue es una de las historias más famosas de este programa, un joven que un día en compañía de su abuelita, su mamá y dos
hermanos cruzó la frontera en busca de una mejor condición de vida.
Al paso del tiempo sus situación era precaria y Josué, como hijo mayor, vivía desesperado por hallar la solución para que su familia dejara de padecer pobreza.
Trabajaba sin parar, pero no le rendía el dinero por lo que tomó una decisión bastante extrema que fue vender su alma al mal, más en específico a un tal: Lucifucio Rofocale
Al cabo de once meses este joven consultó, investigó y consiguió algunos libros de magia negra y brujería, hasta que una noche se le aparecieron en su cuarto tres sombras que le ofrecieron dinero y poder a cambio del alma de un ser querido.
A partir de ese momento Josué recibió un anillo que simbolizaba su compromiso con el mal y la vida de su familia como la suya cambiarón, obtuvo un título universitario sin ninguna dificultad y le llegaba dinero para poder vivir bien.
Josué ahora tenía dinero y cierto estatus que le permitía tener y hacer casi todo lo que deseaba, aunque nadie sabe por qué, pero su familia se había alejado de su vida.
Estarán de acuerdo en que era una historia poco común e impresionante y hasta ese momento creíble, cosa que no tuve duda cuando, durante una entrevista telefónica con Josué en vivo, el ambiente de la cabina poco a poco fue cambiando.
Empezó a salir frío debajo de la mesa, lo que me inquietó mucho.
En ese preciso instante Josué nos sorprendió cuando desesperadamente mencionó que un ente se aproximaba a él, que era una mujer y estaba flotando, además tenía una lengua de serpiente y llevaba consigo un crucifijo que le causó terror a Josué.
Le dije que se tranquilizara y escucharíamos a un experto en estos casos, fuera del aire contactamos al pastor Roberto Guazo, importante colaborador del programa y con amplía experiencia paranormal y le mencioné el caso y lo sucedido dentro de la cabina de radio durante la llamada telefónica.
El pastor Guazo intervino y le preguntó si estaba realmente arrepentido y si quería que esto terminara, a lo cual Josué respondió afirmativamente, el pastor le pidió que leyera la biblia con él, pero al parecer ésta estaba muy pesa y le fue imposible abrirla, además nuevos seres aparecieron con Josué y empezaron a escucharse sonidos como de cerdos en tono de burla, la verdad si me angustié cuando escuche esas voces que parecían salidas del infierno.
En la cabina estábamos sinceramente espantados y casi llegamos al pánico cuando el frío se acrecentó y al recitar el salmo 91 de la Biblia la hoja se enrollo sola y comenzó a desenrollarse y enrollarse de nuevo.
Esto lógicamente no podía ocurrir de la nada y no le encontramos explicación,
después una computadora portátil que utilizo para leer los correos electrónicos del programa lanzó un destello en la pantalla y se apagó, todo esto acontecía mientras el pastor trataba de expulsar a los demonios que estaban con Josué.
Ya se terminaba el tiempo del programa y acordamos continuar el lunes, ya que era viernes, Josué accedió y siguió las instrucciones del pastor Guazo.
El lunes al comunicarnos a su casa nos contestó uno de los empleados de Josué y dijo que el joven había sufrido un accidente el fin de semana y se encontraba en el hospital.
Georgina Aviles persuadió al empleado de que hablara con nosotros al aire, ya que cientos de llamadas telefónicas solicitaban información de su estado.
El empleado, que dijo llamarse Roberto, habló conmigo, pero no me decía que le había pasado a Josué, ante mi insistencia manifestó que no sabía exactamente qué había pasado, sólo sabía que al joven lo habían golpeado brutalmente y le habían enterrado un crucifijo en el vientre por lo que estaba grave en un conocido hospital.
No sabía sinceramente si creerle o no, por lo que Gina, la productora de contenidos del programa, habilmente investigó el telefono del hospital, que se encontraba en el vecino país del norte, y hablé con una trabajadora social, me preguntó si era algún familiar pues no había nadie con él y se encontraba muy grave, había sido sometido a una intervención quirúrgica de alto riesgo y se encontraba en la sala de terapia intensiva.
Dos semanas después logré hablar con Josué en el hospital y me contó lo que ocurrió aquella misteriosa noche.
Los seres que lo golpeaban mientras estaba orando con el pastor, regresaron más tarde y comenzaron a destruir todo lo que había en su cuarto.
Los focos y los floreros estallaban, tiraban los libreros y demás muebles, y las sillas y otros objetos volaban por el cuarto como si tuvieran vida propia.
Finalmente una gran sombra se plantó frente a él y le recriminó con furia.
¡Te lo advertimos, hijo de puta!
Ahora vas a recibir tu castigo y te vas a pudrir en los infiernos.
Este poderoso demonio tomó un crucifijo que algún día su abuelita le había regalado y sin piedad lo incrustó en su vientre, causandole una grave hemorragia que le hizo perder el conocimiento, que no recuperó sino hasta ese día.
Pasó un mes y en el hospital lo habían dado de alta, por lo cual retornó a su casa, allí solamente respondía a nuestros llamados una contestadora electrónica, dejamos varios mensajes y perdimos contacto con él.
Este caso era uno de los que me quitaba el sueño, pensando en el joven y en la posibilidad de ayudar a que saliera de tan espantosa situación, cruzé la frontera para dirigirme a su casa situada en una zona lujosa cercana a Los Ágeles, California.
Me costó trabajo, pero logré localizar la calle donde se hubicaba el domicilio.
Detuve mi coche y me dirigí a unos muchachos que se encontraban en un vehículo por allí estacionado.
Les pregunté si conocían a Josué y uno de ellos, serio y extrañado, me preguntó en inglés:
-¿Es usted policía?
-No. Respondí.
-Entonces aléjese de aquí.
-Ellos son gente mala.
Y sin decir nada más cerró la ventanilla y el vehículo arrancó.
Quedé sorprendido por lo que me había dicho aquel joven y extrañado localizé el número de su hogar.
Tenía al frente un jardín grande y arreglado y la reja estaba abierta.
Entré y llegué a la puerta principal, era una casa lujosa pero de construcción extraña, que se diferenciaba del estilo de las demás.
Era como una vieja casona europea del siglo pasado, con grandes puertas y amplios ventanales.
Toque la puerta y salió un hombre alto, delgado, de tez blanca.
Parecía sajón, muy pálido y con una mirada extraña, y cargaba un gato negro.
Detrás de él se distinguía una sala enorme, pero en gran desorden y con un olor como a excremento.
Se me quedó viendo como preguntándome qué quería.
Buenos días.
¿Habla español?
No me respondió con palabras, solo meneó la cabeza e indicó que sí.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Mire usted ando en busca de un joven de nombre Josué, y expliqué brevemente que había hablado con él y me encontraba preocupado por su estado.
¿Se encuentra él?
Nuevamente, el pálido solo movió la cabeza para indicarme que no y cerró la puerta en mi nariz.
Subí al vehículo que había rentado y me retiré, pensando en lo extraño de todo este caso, pasaron quince días y recibí una llamada de Josué a eso de las tres de la tarde.
Me dijo que se encontraba mejor y estaba recibiendo ayuda espiritual en una iglesia que le recomendó el pastor guazo.
No había vuelto a su casa por que le habían permitido quedarse en las instalaciones adjuntas al templo.
Le platiqué a Josué que estábamos preocupados y lo había ido a buscar a su casa y me contestó:
-No puede ser mi casa está abandonada, yo no quise regresar por miedo a otro ataque y mis empleados se fueron por que los asustaban mucho.
Consideré la posibilidad de haberme equivocado, pero al mencionar las características de la finca, todas coincidían, no me habia equivocado.
Hoy, Josué se encuentra en un monasterio, donde recibe ayuda espiritual y psicológica, no tiene permitido hablar del tema por que según los médicos que lo atienden esto retrasaría su recuperación.
Espiritualmente evoluciona con la energía que le proporciona su arrepentimiento y su reencuentro con Dios.
Ojalá que la próxima vez que hable con Josué sea para que nos dé la noticia de que esa infernal pesadilla ha quedado en el pasado y su historia de terror real ya fue superada.
Sólo una cuestión me quedó por aclarar.
¿Quién me abrió la puerta de esa mansión tan llena de maldad, la casona de Josué?
¿Usted se lo imagina?
Este recuerdo lo he dejado donde debe estar: en el olvido.
Al paso del tiempo sus situación era precaria y Josué, como hijo mayor, vivía desesperado por hallar la solución para que su familia dejara de padecer pobreza.
Trabajaba sin parar, pero no le rendía el dinero por lo que tomó una decisión bastante extrema que fue vender su alma al mal, más en específico a un tal: Lucifucio Rofocale
Al cabo de once meses este joven consultó, investigó y consiguió algunos libros de magia negra y brujería, hasta que una noche se le aparecieron en su cuarto tres sombras que le ofrecieron dinero y poder a cambio del alma de un ser querido.
A partir de ese momento Josué recibió un anillo que simbolizaba su compromiso con el mal y la vida de su familia como la suya cambiarón, obtuvo un título universitario sin ninguna dificultad y le llegaba dinero para poder vivir bien.
Josué ahora tenía dinero y cierto estatus que le permitía tener y hacer casi todo lo que deseaba, aunque nadie sabe por qué, pero su familia se había alejado de su vida.
Estarán de acuerdo en que era una historia poco común e impresionante y hasta ese momento creíble, cosa que no tuve duda cuando, durante una entrevista telefónica con Josué en vivo, el ambiente de la cabina poco a poco fue cambiando.
Empezó a salir frío debajo de la mesa, lo que me inquietó mucho.
En ese preciso instante Josué nos sorprendió cuando desesperadamente mencionó que un ente se aproximaba a él, que era una mujer y estaba flotando, además tenía una lengua de serpiente y llevaba consigo un crucifijo que le causó terror a Josué.
Le dije que se tranquilizara y escucharíamos a un experto en estos casos, fuera del aire contactamos al pastor Roberto Guazo, importante colaborador del programa y con amplía experiencia paranormal y le mencioné el caso y lo sucedido dentro de la cabina de radio durante la llamada telefónica.
El pastor Guazo intervino y le preguntó si estaba realmente arrepentido y si quería que esto terminara, a lo cual Josué respondió afirmativamente, el pastor le pidió que leyera la biblia con él, pero al parecer ésta estaba muy pesa y le fue imposible abrirla, además nuevos seres aparecieron con Josué y empezaron a escucharse sonidos como de cerdos en tono de burla, la verdad si me angustié cuando escuche esas voces que parecían salidas del infierno.
En la cabina estábamos sinceramente espantados y casi llegamos al pánico cuando el frío se acrecentó y al recitar el salmo 91 de la Biblia la hoja se enrollo sola y comenzó a desenrollarse y enrollarse de nuevo.
Esto lógicamente no podía ocurrir de la nada y no le encontramos explicación,
después una computadora portátil que utilizo para leer los correos electrónicos del programa lanzó un destello en la pantalla y se apagó, todo esto acontecía mientras el pastor trataba de expulsar a los demonios que estaban con Josué.
Ya se terminaba el tiempo del programa y acordamos continuar el lunes, ya que era viernes, Josué accedió y siguió las instrucciones del pastor Guazo.
El lunes al comunicarnos a su casa nos contestó uno de los empleados de Josué y dijo que el joven había sufrido un accidente el fin de semana y se encontraba en el hospital.
Georgina Aviles persuadió al empleado de que hablara con nosotros al aire, ya que cientos de llamadas telefónicas solicitaban información de su estado.
El empleado, que dijo llamarse Roberto, habló conmigo, pero no me decía que le había pasado a Josué, ante mi insistencia manifestó que no sabía exactamente qué había pasado, sólo sabía que al joven lo habían golpeado brutalmente y le habían enterrado un crucifijo en el vientre por lo que estaba grave en un conocido hospital.
No sabía sinceramente si creerle o no, por lo que Gina, la productora de contenidos del programa, habilmente investigó el telefono del hospital, que se encontraba en el vecino país del norte, y hablé con una trabajadora social, me preguntó si era algún familiar pues no había nadie con él y se encontraba muy grave, había sido sometido a una intervención quirúrgica de alto riesgo y se encontraba en la sala de terapia intensiva.
Dos semanas después logré hablar con Josué en el hospital y me contó lo que ocurrió aquella misteriosa noche.
Los seres que lo golpeaban mientras estaba orando con el pastor, regresaron más tarde y comenzaron a destruir todo lo que había en su cuarto.
Los focos y los floreros estallaban, tiraban los libreros y demás muebles, y las sillas y otros objetos volaban por el cuarto como si tuvieran vida propia.
Finalmente una gran sombra se plantó frente a él y le recriminó con furia.
¡Te lo advertimos, hijo de puta!
Ahora vas a recibir tu castigo y te vas a pudrir en los infiernos.
Este poderoso demonio tomó un crucifijo que algún día su abuelita le había regalado y sin piedad lo incrustó en su vientre, causandole una grave hemorragia que le hizo perder el conocimiento, que no recuperó sino hasta ese día.
Pasó un mes y en el hospital lo habían dado de alta, por lo cual retornó a su casa, allí solamente respondía a nuestros llamados una contestadora electrónica, dejamos varios mensajes y perdimos contacto con él.
Este caso era uno de los que me quitaba el sueño, pensando en el joven y en la posibilidad de ayudar a que saliera de tan espantosa situación, cruzé la frontera para dirigirme a su casa situada en una zona lujosa cercana a Los Ágeles, California.
Me costó trabajo, pero logré localizar la calle donde se hubicaba el domicilio.
Detuve mi coche y me dirigí a unos muchachos que se encontraban en un vehículo por allí estacionado.
Les pregunté si conocían a Josué y uno de ellos, serio y extrañado, me preguntó en inglés:
-¿Es usted policía?
-No. Respondí.
-Entonces aléjese de aquí.
-Ellos son gente mala.
Y sin decir nada más cerró la ventanilla y el vehículo arrancó.
Quedé sorprendido por lo que me había dicho aquel joven y extrañado localizé el número de su hogar.
Tenía al frente un jardín grande y arreglado y la reja estaba abierta.
Entré y llegué a la puerta principal, era una casa lujosa pero de construcción extraña, que se diferenciaba del estilo de las demás.
Era como una vieja casona europea del siglo pasado, con grandes puertas y amplios ventanales.
Toque la puerta y salió un hombre alto, delgado, de tez blanca.
Parecía sajón, muy pálido y con una mirada extraña, y cargaba un gato negro.
Detrás de él se distinguía una sala enorme, pero en gran desorden y con un olor como a excremento.
Se me quedó viendo como preguntándome qué quería.
Buenos días.
¿Habla español?
No me respondió con palabras, solo meneó la cabeza e indicó que sí.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Mire usted ando en busca de un joven de nombre Josué, y expliqué brevemente que había hablado con él y me encontraba preocupado por su estado.
¿Se encuentra él?
Nuevamente, el pálido solo movió la cabeza para indicarme que no y cerró la puerta en mi nariz.
Subí al vehículo que había rentado y me retiré, pensando en lo extraño de todo este caso, pasaron quince días y recibí una llamada de Josué a eso de las tres de la tarde.
Me dijo que se encontraba mejor y estaba recibiendo ayuda espiritual en una iglesia que le recomendó el pastor guazo.
No había vuelto a su casa por que le habían permitido quedarse en las instalaciones adjuntas al templo.
Le platiqué a Josué que estábamos preocupados y lo había ido a buscar a su casa y me contestó:
-No puede ser mi casa está abandonada, yo no quise regresar por miedo a otro ataque y mis empleados se fueron por que los asustaban mucho.
Consideré la posibilidad de haberme equivocado, pero al mencionar las características de la finca, todas coincidían, no me habia equivocado.
Hoy, Josué se encuentra en un monasterio, donde recibe ayuda espiritual y psicológica, no tiene permitido hablar del tema por que según los médicos que lo atienden esto retrasaría su recuperación.
Espiritualmente evoluciona con la energía que le proporciona su arrepentimiento y su reencuentro con Dios.
Ojalá que la próxima vez que hable con Josué sea para que nos dé la noticia de que esa infernal pesadilla ha quedado en el pasado y su historia de terror real ya fue superada.
Sólo una cuestión me quedó por aclarar.
¿Quién me abrió la puerta de esa mansión tan llena de maldad, la casona de Josué?
¿Usted se lo imagina?
Este recuerdo lo he dejado donde debe estar: en el olvido.